“Todo
esto es culpa vuestra. Se nos han estropeado dos de los proyectores y
lamentablemente no habrá cénit. Además, a Ricky Falkner le ha dado lumbago. Y
eso también lo habéis provocado vosotros”. Con estas palabras talladas a base
de ironía y humor, Enric Montefusco nos hizo culpables a todos en la sala La
Riviera (Madrid) de la mala suerte de la banda. El anuncio de su despedida, a
través de un comunicado emitido el pasado cinco de mayo, nos enfadó tanto que provocamos
un terremoto en el cosmos (si esto fuera posible), que no dejó despedirse al
grupo como venían haciendo desde hace dos años con su espectáculo “Cénit”,
concebido para la presentación de su último álbum “Dentro de la luz” (2013).
Entre risas, Montefusco puso una tirita en la herida con sus palabras: “Así
pues, y visto el imprevisto técnico, no nos queda más remedio que interpretar
muchas de las canciones del repertorio viejo”.
Y
entonces empezó la catarsis. “Que no acabe el día” comenzó a sonar en la
oscuridad. Montefusco sentado al fondo del escenario, atrapado dentro de la luz
de dos focos cegadores que mantuvieron al resto de los músicos en la oscuridad.
Primera estrofa y estallido sonoro. El resto de la banda se unió con una
percusión violenta y unas guitarras que rascaban con fuerza. La voz de
Montefusco implorando no poner fin a esta fecha en un despliegue frenético de
luces. Toda la sala se inundó de ruido. Y desde ese momento quedó claro que no
íbamos a asistir a un espectáculo intimista y tranquilo, sino que aquello era
una gran celebración colectiva.
La
percusión fue una de las grandes protagonistas de la noche, provocando
reposicionamientos en el escenario, con todos los miembros a una armados con
las baquetas. Las luces, sin duda alguna, contribuyeron a incrementar la intensidad
sonora, y a falta de proyecciones, siguieron el ritmo acelerado y subido de
Ricky Lavado durante todo el directo, a quien, por cierto, era imposible que se
le borrara la sonrisa de la cara un solo segundo.
Todos
los temas fueron recibidos entre aplausos y coros sentidos, y es que el
repertorio cubrió las canciones más populares de la banda, como habían
prometido desde un primer momento: “¿Por qué me llamas a estas horas?”, “La
mirada de los mil metros”, “Tocar el cielo”, “Un sitio nuevo”, “La casa de las
ventanas”, “Si vieras”, “Me gusta tanto”, “Poema n3”, y “Cuando” y “1, 2, 3
Sol”, como los momentos más emotivos de la noche. “Adelante, Bonaparte” sonó en
el primer bloque del concierto y una segunda vez al final, para poner fin a su actuación.
De esta manera, Standstill reconocen su huida, que nueve años y una serie de catastróficas
desdichas después (físicas y técnicas), solo tiene una trayectoria posible: hacia
delante.